No falta nadie en el jardín. No hay nadie,
sólo el invierno verde y negro, el día
desvelado como una aparición,
fantasma blanco, fría vestidura,
por las escalas de un castillo.
Es hora de que no llegue nadie,
apenas caen las gotas que cuajaban el roció
en las ramas desnudas del invierno
y yo y tú en esta zona solitaria,
invencibles y solos, esperando
que nadie llegue, no, que nadie venga
con sonrisa o medalla o presupuesto a proponernos nada.