Niño que habita mi ser, pequeño gigante dueño de mi alma.
Te escucho respirar, te escucho llorar en algún rincón.
Niño que juega a ser grande, donde estas hoy?
Donde escondiste tus risas que ya no las puedo oír.

Pequeño ser que todo lo siente permiteme ver tu dolor.
A veces no basta con sentirte aquí si realmente no estas niño.
Subes y bajas entre nubes, pero nunca esta estable tu sentir.

Niño sensible a mis manos prometo ser suave si crees en mi,
entre la oscuridad busca un destello de luz, dime si me puedes ver
y si no es asi, no te asuste, que yo no me pienso ir.

Maldigo todo aquello que te hizo daño, aquello que te dejo asi.
Niño pequeño de mi alma si tanto cemento no te deja ver
siempre tendrás mis hombros para subirte y ver sobre todo paredón.
Deje de esconderte niño que extraño tu piel, no te disfraces de grande ante mi.,
deja que cure tu cuerpo.

Toma mi mano niño, déjame que te suba hasta el  sol,
que entre caricias y besos de miel volverás a florecer niño precioso,
pequeño gigante dueño de mi alma.
Y por si lo queres saber, el problema con vos siempre va a ser que lo que más te importa sos vos.
Fuimos ricos con tanta belleza al rededor,
pero pobres en pensamientos.
Esa postura absurda del hombre en creerse superior a todo,
esa constante destrucción del mundo a su paso.
Que ingenuo,
más ahora se ve vulnerable ante tanta grandeza.
Hoy el cielo, la tierra y los mares se revelan,
la naturaleza esta gritando.
Llegaron al lugar del que ya no pueden ir a ninguna parte, ninguno de los dos aprendió a ceder ante el otro.
Se encuentran nadando en un mar de silencios, ninguno se anima a decir la primer palabra.
Y así la marea los aleja cada vez más y así empiezan a entender.
Todo aquello que dejaron de lado para no ser quien no tiene razón  los momentos que dejaron pasar porque gano el orgullo.
Y así ahora realmente se sentían lejos, sabían que esta vez estaban lejos, pero todavia ninguno se animaba a decir la primer palabra.
No podían entender como no vieron antes una salida, cuando ahora se veían tan claras las cosas desde el fondo. Tanto tiempo creyendo y pensando que la culpa era del otro y nadie se detuvo a mirar sus culpas.
Y ahora en este momento, realmente sentían dolor, realmente sentían culpa de ser ellos mismos los que movían ese mar que los alejaba.
El sentimiento de miedo se apodero de ellos, de que servia entender todo ahora, si se estaban perdiendo?.
Como salir a la superficie si el impulso estaba lejos, cada segundo más.

De repente en aquel silencio impenetrable se escucharon dos gritos que se hicieron uno y mar se volvió calmo. Aquel día aprendieron a calmar su mar.